En 1857 se funda la Asociación Tipográfica Bonarense y también la
Sociedad de Zapateros San Crispín, pero, estas organizaciones denotaban más un
carácter mutual que estrictamente sindical. Es recién en 1877 cuando se
constituyó la primera estructura sindical con carácter moderno: la Unión
Tipográfica Bonaerense, que realizó, al año siguiente, una huelga por la
reducción de salarios que afectaba a sus afiliados. El triunfo de este hecho de
fuerza marco la celebración del primer convenio colectivo que se conoce en la
Argentina.
En 1878 se crea el primer sindicato argentino: la Unión Tipográfica, que
al año siguiente (1879) declara la primera huelga, contra la reducción de
salarios. La huelga sorprende y logra que se acepte lo exigido: se aumentan los
salarios, se reduce la jornada a 12 horas y se excluye a los niños menores de
doce años. Sin embargo, al poco tiempo, se reimplantan las viejas condiciones
de trabajo y el sindicato desaparece.
La primera huelga en la República Argentina fue la de los obreros tipográficos que estalló el 2 de setiembre de 1878.
El 2 de septiembre de 1878 se produjo en Argentina la primera huelga obrera declarada por un gremio argentino. Los tipógrafos estaban organizados desde 1857 en la Sociedad Tipográfica Bonaerense, la sociedad tenían un carácter más mutualista que sindical y decidieron fundar a fines de 1877 la Unión Tipográfica Bonaerense, que será la que llevará adelante, entre septiembre y octubre de 1878, esta primera medida de fuerza del movimiento obrero organizado.
El origen del conflicto fue la decisión de una imprenta de rebajar los salarios de su personal. La iniciativa fue seguida por otras empresas y los trabajadores reaccionaron convocando a una asamblea de la que participaron más de mil trabajadores que se pronunciaron por la huelga.
Dalmacio Vélez Sarsfield, el autor del Código Civil, escribió en El Nacional: "El socialismo usa las huelgas como instrumento de perturbación, pero el socialismo no es una necesidad en América. No se pueden admitir las huelgas porque eso significaría subvertir las reglas del trabajo".
Mientras duró el conflicto, los diarios menos importantes dejaron de publicarse y los más grandes, como La Prensa y El Nacional, intentaron contratar tipógrafos en el Uruguay, pero se encontraron con la firme solidaridad de los trabajadores afiliados al gremio de Montevideo que se negaron, pese a los elevados sueldos ofrecidos, a reemplazar a sus compañeros argentinos.
La huelga fue ganada por los obreros y las patronales aceparon volver a los sueldos originales y reducir la jornada laboral a 10 horas en invierno y 12 en verano y se excluye a los niños menores de doce años. Sin embargo, al poco tiempo, se reimplantan las viejas condiciones de trabajo y el sindicato desaparece.
En la década de 1880 se crean 21 sindicatos. Entre ellos se encuentran:
La Sociedad de
Dependientes de Comercio (1880), origen del que será el poderoso Sindicato de
Empleados de Comercio, que logra que la Municipalidad de Buenos Aires ponga en
vigencia una vieja Ordenanza de 1857, que ordenaba cerrar los comercios en días
domingo. Inmediatamente los comerciantes e industriales, unidos en el Club
Industrial logran, con el apoyo de la prensa, frenar la medida y suspender su
puesta en práctica.
La Fraternidad de
Maquinistas y Fogoneros de Locomotoras (1887), sindicato estratégico que
desarrollará una tarea fundamental en el desarrollo del movimiento obrero
argentino.
La creación del
Sindicato de Comercio (1881), la Sociedad Obrera de Albañiles y la Unión Obrera
de Sastres (1882), La Fraternidad (1887), 1910
Sin embargo no fue
hasta la presidencia de Hipólito Yrigoyen que surgen los primeros sindicatos,
entre 1919 y 1920, que comienza la llamada Semana Trágica en Buenos Aires, y la
tristemente célebre Patagonia Rebelde.
Emilio López Arango
Historia del movimiento anarquista en Argentina es un reportaje presentado por el historiador Felipe Pigna para el programa del Canal 7 de la televisión pública argentina “El espejo retrovisor”. En el mismo es analizada la historia del anarquismo en Argentina desde finales del siglo XIX, en que diera sus primeros pasos como movimiento político, hasta mediados del XX.
En Santa Cruz, los trabajadores de las estancias y los frigoríficos protagonizan una huelga. El detonante son los despidos, provocados por la crisis lanera mundial, pero los reclamos revelan problemas más profundos: pago en vales o mercancías, hacinamiento en las viviendas, arbitrariedad de patronos, ausencia de autoridad pública. La huelga trae desmanes: ataques a estancias, cobos, secuestros. Actúan militantes anarquistas y “maximalistas”, lo que aumenta el pánico de los propietarios.
El presidente Yrigoyen envía tropas, al mando de Héctor B. Varela, un militar sensible a los problemas de los trabajadores, que propone un laudo contemplando la mayoría de sus demandas. La solución escandaliza a los grandes propietarios, a las empresas extranjeras vinculadas con ellos y a la Liga Patriótica de Manuel Carlés, que acusa de blandura al gobierno radical. Los propietarios hacen caso omiso del laudo, por lo que se reanuda la huelga y reaparecen los piquetes y los saqueos. Varela vuelve con sus tropas e instrucciones ambiguas: debe poner orden.
Luego de haber exigido una rendición incondicional, opta por una dura represión: por lo menos 400 personas son fusiladas, en una acción que sólo se completó a principios del año siguiente.
“La Patagonia trágica”
Las huelgas de peones ovejeros en la Patagonia ensombrecieron los dos últimos años de la presidencia de Yrigoyen. Estas huelgas respondían a trastornos en la economía; la guerra había bajado el precio internacional de la lana, único producto de la región.
Los territorios del Sur estaban casi al margen del gobierno central, a pesar de lo cual los presidentes Roca en 1899 y Sáenz Peña en 1912 habían visitado la Patagonia. Fue precisamente en la parte más austral, en Santa Cruz, donde se desarrollaron las grandes huelgas de peones ovejeros que afectaron a los estancieros locales y a la poderosa compañía de las familias Menéndez y Braun.
Se reclamaba un sueldo mínimo de 100 pesos, comida en buen estado, dignas condiciones de higiene, velas para alumbrar
en la noche y que las instrucciones de los botiquines sanitarios estuvieran en español en lugar de inglés.
La huelga de los peones en plena temporada de la esquila, en 1920-1921, recrudeció el temor a la acción de los bolcheviques. A esto se sumó la sospecha de que Chile estaba detrás de los agitadores. Enterado de la crisis y presionado por Gran Bretaña, que estaba preocupada por las difíciles circunstancias de los compatriotas hacendados en Patagonia, el presidente radical Hipólito Yrigoyen envió en enero de 1921 a Santa Cruz a tropas del ejército al mando del teniente coronel Héctor Benigno Varela con la orden de normalizar la situación.
La represión, encomendada por Yrigoyen al teniente coronel Héctor Varela, tuvo lugar en dos etapas. En la primera se llegó a un acuerdo pacifico entre patrones y huelguistas; en la segunda, 1921-1922, los peones ocuparon los establecimientos rurales y tomaron como rehenes a los hacendados o a sus mayordomos.
La represión militar de violencia inaudita estuvo a cargo de dos regimientos de caballería. Varela decretó por su cuenta la ley marcial y fusiló a decenas de huelguistas en las cercanías del lago Argentino y en otros parajes.
Una de las situaciones más sangrientas se vivió en la Estancia La Anita, donde centenares de obreros cayeron abatidos frente a pelotones de fusilamiento. También se produjo un episodio trágico en los campos del establecimiento ganadero Bella Vista. Los cadáveres de los 200 peones que resultaron asesinados allí fueron trasladados a una fosa común en lo que hoy se conoce como el Cañadón de los Muertos, cerca de la localidad de Gobernador Gregores. Entre las 1500 víctimas que aproximadamente dejó el accionar militar en el sur argentino, se encontraban Hugo Soto y Facón Grande.
"Varela comenzó a dar cumplimiento a su bando y una a una fueron recuperadas las estancias. El grueso de los huelguistas, que se había reunido en la estancia La Anita, fue rodeado por las tropas de Varela, quien los intimó a la rendición incondicional. Antonio Soto, secretario de la Federación, y otros dirigentes les advirtieron a sus compañeros que no se rindieran porque serían masacrados.
La asamblea decidió por amplia mayoría entregarse. Soto por primera vez desobedeció la decisión de la mayoría y decidió partir a Chile con un grupo de compañeros. Los trabajadores de La Anita que se entregaron, unos 400, fueron despojados de sus pocos bienes materiales por los "defensores de la propiedad privada". Luego debieron pasar por estrechos corrales donde fueron golpeados, rapados con las máquinas de esquila por la soldadesca y encerrados en los galpones de las estancia.
Allí, sentados espalda contra espalda, cada uno debía sostener una vela encendida para su mejor vigilancia. A la mañana siguiente fueron obligados a formar en dos largas columnas. Varela en persona acompañado de los estancieros y miembros de la Liga Patriótica identificaban a los delegados de estancia. A los delegados identificados, a los sospechosos, a los no simpáticos o no del todo complacientes, a los que les debían más de tres meses de sueldo, todos ellos cayeron bajo las balas del Regimiento 10 de Caballería comandado por Varela, quien previamente les hizo cavar a cada uno su propia tumba. En total fueron salvajemente fusilados en todo el territorio de Santa Cruz unos 1.500 trabajadores." Fuente Consultada: Diario Clarín Por Felipe Pigna
Ante la gravedad de lo ocurrido, Yrigoyen desautorizó al represor. En 1923, apenas ocurridos estos acontecimientos, Varela era asesinado por un anarquista que deseaba venganza.
Las huelgas y fusilamientos concluyeron, pero las pasiones que dejó atrás el genocidio no quedarían a la deriva. Kurt Gustav Wilckens, un anarquista alemán que había sufrido el fusilamiento de su hermano, iniciaría la cadena de venganzas, un año después de la masacre. Llegó a Buenos Aires para matar a Varela. Lo siguió cerca de su casa en el barrio de Palermo, le arrojo una bomba y luego lo liquidó con algunos balazos. (imag. izq. Wilckens)
Un centinela mató a Wilckens al encañonarlo por la mirilla del calabozo donde la víctima cumplía arresto. Finalmente, la secuencia de revanchas llegó a su fin con el homicidio del centinela por parte de un antiguo huelguista patagónico.
Para el Ejército, Varela era un militar ejemplar, mal recompensado por el gobierno. Para los elementos progresistas del país, la represión era injustificable y desmesurada. Se preguntaban La Vanguardia y Crítica: ¿Le habrá dado Yrigoyen carta blanca al coronel Varela, para finalmente no hacerse responsable de las consecuencias?
Lo cierto es que al finalizar el mandato presidencial, en 1922 se había estrechado el margen de acción del primer gobierno elegido democráticamente por el pueblo. A pesar de esto, el sistema se mantenía con solidez apreciable. Hipólito Yrigoyen, hombre de transición formado como sus contemporáneos en la creencia en el progreso indefinido de la humanidad, debió experimentar no sólo la resistencia al cambio de los factores tradicionales de poder, sino también los primeros indicios de la quiebra del esquema económico que desde 1870 venía asegurando la prosperidad argentina.
En medio de una dura lucha de trabajadores del puerto, y frente a los rumores de que el gobierno va a implementar la Ley de residencia y el estado de sitio, la FORA convoca a la primera huelga general del movimiento obrero argentino.
Aumento de alquileres. Habitantes de un conventillo de San Telmo, se niegan a pagar y se declaran en huelga. Esta se extiende a toda la Capital y otros puntos del país. Mujeres y niños son activos participantes. Victoria parcial. Al año siguiente los alquileres vuelven a aumentar.
Acto del 1º de mayo, represión a movilización anarquista. 12 obreros muertos. La FORA, la CORA y la UGT convocan a la huelga general. 200.000 huelguistas y choques con policías muertos. Los trabajadores han aprendido a no dejarse matar impunemente.
1910 - Huelga del Centenario
La burguesía prepara los festejos del Centenario. El 1º de Mayo, anarquistas movilizan 70.000 personas. El 8, la FORA y la CORA sindicalista declaran la huelga indefinida. Estado de sitio y ataque a locales obreros. El paro se levanta el día 21. La conmemoración se realiza bajo “ el imperio de la ley marcial”. Los festejos del primer centenario de la revolucion
1912 - Ley Sáenz Peña
Para descomprimir el descontento social y ofrecer un canal de participación a la UCR, Roque Sáenz Peña, representante del sector moderado de la oligarquía, impone el el voto obligatorio, universal y secreto sólo para varones.
1912
Se produce la huelga agraria en Santa Fe, conocida como el "Grito de Alcorta", una protesta de los chacareros de la pampa por los altos precios de los arrendamientos rurales y los altos intereses que les cobran los bancos por los créditos que solicitan para producir. Tras el conflicto, los chacareros disconformes se unieron en la Federación Agraria Argentina.
1915 - Creación de la FORA IXº Congreso
En 1914 se unifica la CORA sindicalista y la FORA. En 1915 se realiza el IX Congreso. El sindicalismo, apoyado por anarcosindicalistas moderados y algunos socialistas, impone los principios de autonomía sindical respecto a las ideologías y a los partidos políticos. Inaceptable para los anarquistas, la ruptura es inevitable. Estos quedan agrupados en la FORA Vº Congreso y los sindicalistas en la FORA IXº Congreso.
Reseña histórica del movimiento obrero en Argentina
El movimiento obrero en Argentina se inspiró en los hechos sucedidos en Inglaterra durante la Revolución industrial como consecuencia de la falta de derechos que los trabajadores tenían en las fábricas, lo cual impulso a la clase obrera a la formación de grupos sociales proletarios que luchaban por sus derechos ante los burgueses dueños de los medios de producción. El movimiento obrero argentino tiene una larga historia de luchas, siendo este iniciado después de la mitad del siglo XIX a causa de grupos socialistas y anarquistas que llegaron a Argentina a causa de la inmigración europea.
En el curso del siglo XX se desarrollaron sindicatos que pusieron a la clase obrera como protagonista de la historia argentina, lo cual ha caracterizado al país hasta hoy en día al momento de hablar acerca de los conflictos laborales presentes actualmente. Desde fines del siglo XX, el avance de la globalización ha afectado al movimiento obrero argentino, lo cual ha generado nuevos desafíos para la clase del proletariado en este nuevo siglo, ya que ha sido un sector relegado y explotado los últimos años.
Si bien Argentina ha sido conocida por los variados sectores productivos en los que se desenvuelve el país, lo cual hace que la gama de sector obrero sea mucho más poblada y variada en la actualidad, sin embargo, Argentina ha sido un país cuya historia ha pasado por hechos relevantes que han marcado el camino de los movimientos obreros en cuanto a su desarrollo y desenvolvimiento en las últimas décadas debido a las transformaciones sociales, políticas y económicas ocurridas en el país.
A continuación se presentará de forma cronológica los hechos que afectaron de cierta manera al movimiento obrero en Argentina desde 1800 hasta la actualidad:
En 1850 Argentina contaba con 1,7 millones de habitantes y una sociedad básicamente rural.
En 1857 se creó en Buenos Aires la primera organización obrera del país, la Sociedad Tipográfica Bonaerense.
En el año 1864, Carlos Marx y Federico Engels impulsaron la creación de la Asociación Internacional de Obreros, o la Primera Internacional.
En 1878 se crea el primer sindicato argentino: la Unión Tipográfica.
Los primeros en organizarse son los obreros gráficos, que le dieron al movimiento obrero sindicalistas destacados, como Raimundo Ongaro.
El primer sindicato es creado en 1878: la Unión Tipográfica Argentina.
En 1887, sin embargo, aparece el sindicato más importante del movimiento obrero argentino, por lo menos hasta los años cuarenta: La Fraternidad de Maquinistas y Fogoneros de Locomotoras (LF), que tuvo un papel decisivo en las luchas obreras de inicios del siglo XX
En 1879 la Unión Tipográfica declara la primera huelga en contra de la reducción de salarios.
En 1880 el deterioro de la situación económica del país produjo una baja de los salarios reales, lo cual genero paros y huelgas por parte de los trabajadores.
En 1889 se constituye el Comité Internacional Obrero, que señalaba la necesidad de peticionar al congreso Nacional que aprobase una legislación laboral favorable.
En 1890 se organiza la primera federación sindical argentina, la Federación de Trabajadores de la República Argentina (FTRA). También se crea la Federación de Trabajadores de la Región Argentina, siendo esta la primera central obrera en toda América Latina.
En 1922 un nuevo intento de unidad fracasa. El resultado es la creación de una nueva central: la Unión Sindical Argentina (USA) y la desaparición de la FORA del X Congreso.
La crisis sucedida en 1929 y el golpe militar de 1930 se genera un cambio completo del modelo económico en Argentina.
En 1930 se crea la Confederación General del Trabajo (CGT).
En 1946, el Partido Laborista designó libremente a Perón como su candidato, para las elecciones de Febrero, en razón que había hecho más por el movimiento obrero, que cualquier otra persona.
En 1950 el Gobierno dio comienzo a una nueva política salarial, que obligaba a los gremios más importantes a firmar un convenio por 2 años, en lugar de 1, pero en la mayoría de los casos la inflación forzó a Perón a conceder aumentos de sueldos antes del vencimiento de dichos convenios.
En 1973 el peronismo vuelve al poder después de 18 años. Este año se caracterizó por el nivel de división, enfrentamiento y vigilancia.
En 1974 muere Perón y toma el poder de la presidencia su esposa María Martínez de Perón, eso hizo que los dirigentes sindicales peronistas incrementaran su poder político.
En 1975 se constituye la Asamblea Permanente de Entidades Gremiales (APEGE)
En 1976 se produce el golpe de estado a la presidente María Martínez de Peron.se produjo el Congreso Normalizador de la CGT.
En 1991 se separa la CGT y se crea el Congreso de los Trabajadores Argentinos (CTA)
En 1994 se crea el Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA).
En 1997 sucede un cambio en la relación del gobierno menemista y el movimiento obrero.
El 16 de marzo de 2000, se formaliza la separación del MTA.
En 2008 se funda una agrupación política a la que se denominó CGT Azul y Blanca, integrada por unos sesenta sindicatos.
Formación Sindical. (2011). Historia del movimiento obrero a fines del siglo XIX a
1976. Argentina. Recuperado el 13 de abril de 2012 en: http://www.trabajo.gov.ar/downloads/formacionSindical/modulo_mov_obrero_201 0.pdf
Cifarelli, Viviana. Martínez, Oscar. Clase obrera y movimiento obrero en Argentina, situación y desafíos, [En línea], Argentina, 2009, [citado 13/05/2012], Revista THEOMAI (numero 19), Formato pdf, Disponible en: http://revistatheomai.unq.edu.ar/numero19/ArtCifarelli.pdf, ISSN: 1515-6443
Una de las primeras huelgas concretadas en el territorio argentino se produjo en 1868. En plena Guerra del Paraguay un grupo de trabajadores de distintos astilleros de la provincia de Corrientes se negó a construir embarcaciones destinadas a las fuerzas de la Triple Alianza argumentando que no contribuirían a la matanza de sus hermanos.
Diez años más tarde, se produjo la primera huelga declarada por un gremio argentino. Los tipógrafos estaban organizados desde 1857 en la Sociedad Tipográfica Bonaerense, la sociedad tenían un carácter más mutualista que sindical y decidieron fundar a fines de 1877 la Unión Tipográfica Bonaerense, que será la que llevará adelante, entre septiembre y octubre de 1878, esta primera medida de fuerza del movimiento obrero organizado.
El origen del conflicto fue la decisión de una imprenta de rebajar los salarios de su personal. La iniciativa fue seguida por otras empresas y los trabajadores reaccionaron convocando a una asamblea de la que participaron más de mil trabajadores que se pronunciaron por la huelga. Dalmacio Vélez Sarsfield, el autor del Código Civil, escribió en El Nacional: "El socialismo usa las huelgas como instrumento de perturbación, pero el socialismo no es una necesidad en América. No se pueden admitir las huelgas porque eso significaría subvertir las reglas del trabajo. Mientras duró el conflicto, los diarios menos importantes dejaron de publicarse y los más grandes, como La Prensa y El Nacional, intentaron contratar tipógrafos en el Uruguay, pero se encontraron con la firme solidaridad de los trabajadores afiliados al gremio de Montevideo que se negaron, pese a los elevados sueldos ofrecidos, a reemplazar a sus compañeros argentinos.
La huelga fue ganada por los obreros y las patronales aceparon volver a los sueldos originales y reducir la jornada laboral a 10 horas en invierno y 12 en verano.
Luego de esa primera experiencia le sucedieron los obreros cigarreros, empleados de comercio, oficiales albañiles, yeseros, carteros, etc. Sus reivindicaciones en esos conflictos fueron comunes: aumento salarial, pagos atrasados, reglamentación de horarios u otras vinculadas a las condiciones de trabajo. Y en esta primera etapa fueron exitosas un 60% de las huelgas y prácticamente no intervino el estado para mediar o limitar el conflicto.
Esto se explica porque la incipiente burguesía industrial no pertenecía a la fracción de la burguesía terrateniente que detentaba el poder. Por ello los industriales fundaron en 1887 la Unión Industrial, para defender sus intereses, y establecieron para ello no reconocer a las organizaciones obreras y solicitaron al poder ejecutivo que no acepte exigencias colectivas de obreros de uno o más talleres.
La década del ’80 fue una de las de más alto índice de ingresos de inmigrantes al país. Junto con los trabajadores desocupados y los campesinos desplazados de sus tierras, fueron llegando al puerto de Buenos Aires notables dirigentes del anarquismo y del socialismo que huían de las persecuciones de los diferentes gobiernos europeos. Traían consigo su experiencia sindical y política que compartirían generosamente con los integrantes del incipiente movimiento obrero argentino.
Entre 1880 y 1901 se multiplican las sociedades de resistencias, se fundan numerosos gremios, como el de los panaderos, los carreros, conductores de ferrocarril y cigarreras entre otros. Florece la prensa obrera con sus dos grandes exponentes La Vanguardia, el periódico socialista fundada en 1894 y La Protesta, la voz de los anarquistas que comienza a editarse en 1897, y Juan Bautista Justo funda el Partido Socialista.
Hacia 1899 lo novedoso fue la existencia de un desarrollo fabril creciente, que fue concentrando la mano de obra en grandes talleres y fábricas, facilitando la organización de los trabajadores. El crecimiento de la actividad gremial y de la agitación obrera podían percibirse en la gran cantidad de medidas de fuerza y movilizaciones llevadas adelante por los trabajadores, que comenzaron a pensar en una central sindical que unificara y le diera más fuerza a la lucha de la clase obrera en su conjunto.
La idea se concretó en mayo de 1901 con la creación de la Federación Obrera Argentina, la F.O.A.,. que nucleaba a la mayoría de los gremios del país.
El gobierno del general Roca comenzó a preocuparse y promovió la aprobación de un proyecto de Ley, presentado en 1899 por el senador Miguel Cané. El 22 de noviembre de 1902 fue aprobada la iniciativa del autor de Juvenilia y transformada en la Ley 4144, conocida como "de residencia". Esta norma legal permitía la expulsión hacia sus países de origen de los extranjeros llamados "indeseables", es decir, los militantes sindicales y sociales. El ministro del interior Joaquín V. González declaró que la agitación social en argentina "era producto de un par de docenas de agitadores de profesión", y que "bastaba eliminar a éstos para volver a la sociedad a la tranquilidad merecida".
El movimiento obrero reaccionó enérgicamente y decretó a principios de noviembre de 1902 a través de la F.O.A., la primera huelga general de la historia argentina. Los socialistas se opusieron a la medida por considerar que la huelga general era un acto desmesurado y que bloqueaba cualquier posible negociación. Esto provocó la fractura de la central sindical. La F.O.A. continuó en manos anarquistas y los socialistas fundaron la U.G.T. (Unión General de Trabajadores). La primera de estas agrupaciones representó a 66 sindicatos con 33.895 afiliados y la segunda a 43 gremios con 7.400 afiliados.
Pese a todo, el acatamiento a la medida fue muy amplio y los puertos y numerosos establecimientos fabriles quedaron paralizados. El gobierno respondió decretando el estado de sitio, desatando una violenta represión y lanzando una gigantesca redada sobre las barriadas obreras. A los detenidos argentinos se los encarceló y a los extranjeros se les aplicó la flamante Ley de Residencia.
En 1904 la F.O.A. pasó a denominarse Federación Obrera Regional Argentina (F.O.R.A.). La F.O.R.A. convocó el primero de mayo de ese año a un acto conmemorativo del 1º de Mayo en la Plaza Mazzini.
Con el propósito de festejar el 1º de mayo, la Federación obrera organizó una manifestación. El punto de reunión fue la plaza Lorea, de allí partieron al Monumento a Mazzini las sociedades de albañiles, sombrereros, zapateros mecánicos, artes gráficas, Luz y Vida, confederación de fundidores, sociedad de oficios varios, El Unico y Grupo Azul.
Las sociedades se presentaron con sus estandartes rojos, los que llevaban un crespón negro en señal de duelo por los caídos en la huelga general de Chicago de 1886, también ostentaban carteles pidiendo la abolición de la ley de residencia. En Viamonte y Paseo de Julio se produjo un incidente sin importancia, que originó los demás sucesos: un grupo de manifestantes detuvo un tranvía y pretendió quitarle los caballos para evitar que pasara mientras estuviese la clumna atravesando el paseo. Un aggente intervino para impedir que continuasen en su tarea los manifestantes, pero fue inútil. Los de la columna no retrocedieron, y en vez de acatar las órdenes del agente, se encararon con él ... alguien tiró un cascote al agente y al verlo, un oficial quiso imponerse pero sin resultado, y al mismo tiempo sonó un tiro y en seguida varios más. El pánico fue indescriptible, carreras, sustos, desbande general. Las mujeres huían azoradas tratando de guarececerse, como igualmente grupos de hombres que intentaban de resguardarse en la recoba. Los más serenos contestaban a los agentes a cascotazos y con disparos de armas de fuego. El primer tiroteo dejó libre el campo, quedando tendido sobre el césped el guardia de seguridad Manzano que recibió un balazo mortal en el corazón. Su matador cayó acto continuo con el cráneo destrozado de un tiro disparado por un agente de seguridad. Junto al agente había varios heridos, los que fueron atendidos enseguida por los manifestantes. Con el tumulto, las agrupaciones habían perdido sus banderas. Se rehizo la manifestación y fue atacada por la policía, defendiendose los anarquistas a cascotazos. Empezaron a llegar ambulancias para recoger los heridos, los que según cálculos, pasaron de setenta. Los manifestantes pasearon el cuerpo del obrero Ocampo por algunas calles de la ciudad, llevándole al local de la Federación Obrera donde la policía lo rescató para trasladarlo al depósito.
A poco de iniciada la marcha de las principales columnas que partían del local sindical, se inició la represión policial que arrojará un saldo de casi 40 muertos. Las dos centrales sindicales decretaron la huelga general pidiendo el encarcelamiento de los responsables. Ante el silencio oficial, el recientemente electo diputado socialista, Alfredo Palacios interpeló al ministro del Interior, Joaquín V. González quien dio por toda explicación que esas muertes "tienen como mortaja la impunidad del silencio".
Al año siguiente, se produjo la intentona revolucionaria radical y el gobierno decretó el estado de sitio en todo el país. Esto no amilanó a las centrales sindicales que decidieron conmemorar en forma conjunta un nuevo aniversario del ahorcamiento de los mártires de Chicago, ocurrido el 1º de mayo de 1886. El acto se realizó frente al Teatro Colón. Mientras estaban haciendo uso de la palabra los oradores, el jefe de Policía, Ramón Lorenzo Falcón, lanzó un escuadrón de 120 policías a caballo, los famosos cosacos, contra la multitud, mientras que un escuadrón de bomberos policiales atacó por otro frente. Sobre la plaza Lavalle quedaron tendidos 4 muertos y más de 50 heridos. Los detenidos se contaban por centenas.
Pese a la represión, los despidos arbitrarios y la estricta aplicación de la Ley de Residencia, crecieron las luchas obreras. En 1907 se dio una novedosa huelga de los inquilinos. Los habitantes de los conventillos de Buenos Aires, Rosario, La Plata y Bahía Blanca decidieron no pagar sus alquileres frente al aumento desmedido aplicado por los propietarios. La protesta expresó además, el descontento por las pésimas condiciones de vida en los inquilinatos.
Los protagonistas de estas jornadas fueron las mujeres y los niños que organizaron multitudinarias marchas portando escobas con las que se proponían barrer la injusticia.
La represión policial no se hizo esperar y comenzaron los desalojos. En la Capital estuvieron a cargo del jefe de Policía, coronel Falcón, quien desalojó a las familias obreras en las madrugadas del crudo invierno de 1907 con la ayuda del cuerpo de bomberos.
El gremio de los carreros se puso a disposición de los desalojados para trasladar a las familias a los campamentos organizados por los sindicatos anarquistas.