Canción “Hijos del pueblo”
Luego de hacer patente en sus acuerdos del 5º congreso la orientación comunista anárquica que iba a caracterizar a la FORA a lo largo de su historia, 1906 y 1907 serán años de muy intensa acción gremial.
En 1906 los conflictos gremiales ascienden a 323, con un promedio permanente de 600 trabajadores en conflicto según informes de un preocupado Ministerio del Interior. Y en 1907 se organizarán 254 huelgas, la mayor cantidad registrada hasta el momento. El coronel Falcón, jefe de la policía de la Capital, juraba acabar con los anarquistas y promovía todo tipo de medidas de excepción para intentar detener el auge de la propaganda libertaria y el avance del movimiento obrero.
El periódico anarquista La Protesta sobrevivía a duras penas luego del estado de sitio, con una tirada de 2000 ejemplares; pero en 1907 alcanza los 5000 con un nuevo impulso que lo llevará a distribuir 16000 ejemplares diarios en 1910 hasta que en los sucesos del Centenario se impidió nuevamente su publicación.
Mientras, no eran pocos los obreros que habían quedado insatisfechos con el fracaso del intento de unificación del 5º congreso de la FORA y volverían a propulsarlo en el 6º congreso. Pero muchos anarquistas desconfiaban de la sinceridad de socialistas y sindicalistas.
Entre el 19 y el 23 de setiembre de 1906 sesiona el 6º congreso de la FORA donde se acuerda promover entre los obreros la importancia de las huelgas generales y acrecentar el poder de las organizaciones gremiales en la lucha por la derogación de la Ley de Residencia. Se propone a las Sociedades de Resistencia que organicen escuelas y bibliotecas para la educación integral y que se inicie una intensa propaganda oral y escrita para producir un movimiento huelguista de inquilinos. Con este fin se constituye un Comité Pro Rebajas de Alquileres. La FORA resuelve que se trabaje los días de fiestas religiosas y patrióticas por ser festividades ajenas a la clase trabajadora y se dispone a ponerse en condiciones de hacer triunfar la jornada de las 6 horas. Se comienza a dar especial atención a la propaganda gremial en el campo y se promueve el que las huelgas por aumento de salarios exijan, a su vez, que no aumente el precio de lo producido, para que no se quite al trabajador lo obtenido en la huelga y para interesar a la opinión pública en general.
Se proyecta la huelga general en solidaridad con el pueblo ruso, en caso de que el gobierno argentino colabore con el ruso contra la revolución que se llevaba adelante en ese país. Y por último se promueve un congreso de unificación de la clase trabajadora de Argentina.
El acercamiento de las FORA y la UGT venía siendo propiciado de ambas partes; pero será la gran huelga de 1907 la que terminará de hacerlo posible, borrando las fuertes desconfianzas y diferencias recíprocas previas.
Con motivo de esta huelga, ambas centrales sindicales difunden una circular conjunta explicando el porqué de la medida. Los cocheros de Rosario se habían declarado en huelga contra una ordenanza municipal y en sus primeras protestas muere un obrero. Se organiza inmediatamente una manifestación que es emboscada por la policía, que deja el saldo de varios obreros muertos y cantidad de heridos y presos. Ante estos hechos es que el movimiento obrero en su conjunto lleva adelante una huelga general en la que participan más de 150.000 obreros de todo el país.
La reacción no se hace esperar: la policía clausura locales obreros y realiza numerosas detenciones; pero la huelga es tan amplia que el gobierno se ve impotente para enfrentarla y tiene que ceder. Los detenidos son liberados, los despedidos reincorporados y todas las reivindicaciones de los cocheros de Rosario satisfechas.
Varios gremios siguen aún en huelga por reivindicaciones propias cuando se reúne el congreso de unificación; Jacinto Oddone, en su libro: “Gremialismo Proletario Argentino”, relata algunos de los entretelones de ese congreso de fusión, que anticipan la maniobra por la que los sindicalistas llegarían a copar la FORA en 1915, o sea, su Noveno Congreso:
“Con el propósito de aunar opiniones, se reunieron esa noche en la calle México2070 delegados socialistas, sindicalistas y autónomos, pues al día siguiente debían votarse las proposiciones del delegado anarquista Jaquet (quien había propuesto que el congreso se declarara contrario a la política de todo partido y recomendara la propaganda del Comunismo Anárquico).
Puesto cada grupo a emitir su opinión, los sindicalistas se mostraron partidarios de la fusión a todo trance, aún a costa de pasar por la declaración del Comunismo Anárquico, que, según decían, no tenía importancia alguna, pues como los anarquistas carecían de conocimientos de organización y de administración, pronto la nueva central habría caído en nuestras manos.”
Ante el evidente intento de manipulación y aparateo de la Federación de los Obreros por parte de los sindicalistas y socialistas, reacciona un grupo muy numeroso de trabajadores, cuya proclama se puede ilustrar en las palabras de Eduardo Gilimón:
“Los sindicalistas pretendían desterrar la propaganda ideológica en general, y en particular la anarquista, y hacer de los sindicatos organismos corporativistas al estilo de las Trade Unions inglesas (...)
Entre nosotros no hay sindicalistas, sino socialistas y anarquistas. Los que se intitulan sindicalistas, salvo alguno que otro que por imitar a Francia ha adoptado ese nombre, son socialistas, aunque lo nieguen.”
De esta manera, contando con la adhesión de 69 sociedades obreras de la FORA, 30 de la UGT y 36 autónomas. La declaración de principios y el pacto de solidaridad de la FORA son votados por la afirmativa casi por unanimidad; pero al llegar a la recomendación del comunismo anárquico varios gremios de la UGT se retiran del congreso (como lo habían hecho en los anteriores intentos de unificación) por comprender que casi todo el congreso era proclive a aceptar este punto tal cual había sido acordado dos años atrás. La mayoría de las organizaciones autónomas se suman a la FORA.
Unos meses después, en agosto de 1907, los remachadores del puerto de Ingeniero White se declaraban en huelga reclamando la expulsión de un capataz y un rompehuelgas, un treinta por ciento de aumento salarial y por la jornada de 8 horas. Al no obtener respuesta alguna deciden invadir los talleres y sabotear las máquinas. En el lugar queda herido el capataz y muere un rompehuelgas. Cuando los obreros se encuentran en asamblea, sin previo aviso un grupo de marineros abre nutrido fuego con sus fusiles contra ellos, resultando un obrero muerto y varios heridos. La Federación Local de Bahía Blanca declara la huelga general el mismo día, y en el entierro del compañero la policía dispara nuevamente contra ellos, dejando cinco heridos más y provocando otra muerte. La FORA declara la huelga general, que unifica en la solidaridad a los obreros de Buenos Aires, Rosario, Mendoza, Mar del Plata, La Plata y otras localidades menores.
Llama además la atención, en este año, la primera huelga total de ferrocarriles. Uno de los gremios más conservadores hasta el momento se solidariza en bloque con los maquinistas y fogoneros de la provincia de Mendoza, en huelga de protesta contra las últimas disposiciones de la empresa ferrocarrilera del Gran Oeste Argentino.
Por otro lado, a mediados de agosto, en la Capital, se inicia una huelga de inquilinos. El motivo es la suba de alquileres por parte de los propietarios, tema sobre el cual los oradores de mítines venían advirtiendo de hace tiempo. La FORA logra organizar el movimiento creando comités y subcomités en todos los barrios, y en pocos días ya participaban en la huelga los habitantes de 2.400 conventillos: unas 140.000 personas. El gobierno comenzó a detener y deportar a los anarquistas al tiempo que bomberos y policías realizaban algunos desalojos. Los sangrientos enfrentamientos con la policía culminaron con numerosas deportaciones de anarquistas y con el asesinato de Miguel Pepe, cuyo entierro fue convertido en grandiosa manifestación, el último acto de la huelga de inquilinos que duró casi tres meses. La FORA esperó para declarar la huelga general el acuerdo de los sindicalistas que se le habían sumado y recién la llevó adelante dos meses después, muy tardíamente y ya con poca repercusión.
BLOQUE II
En 1908 la crisis económica se agudiza en el país y la FORA cuenta ya con federaciones locales en Buenos Aires, Rosario, Sana Fé, La Plata, Tucumán, Entre Ríos y Mendoza. A esto hay que agregar que más allá de los directamente afiliados, la influencia de esta organización sobre el conjunto del proletariado se va haciendo cada vez más grande. En el año se registraron 118 conflictos gremiales.
Al Organización Obrera, periódico de la FORA, se suman numerosas publicaciones de los gremios adheridos y una multitud de órganos de propaganda libertaria. Todos haciendo propaganda de la lucha proletaria contra el Capital y el Estado.
El séptimo congreso de la FORA se declara a favor de promover una federación internacional obrera y saluda a la internacional anarquista de Ámsterdam. Toma medidas por el antimilitarismo, prestando ayuda a conscriptos castigados o desertores. Promueve que se cultiven buenas relaciones con las sociedades autónomas; pero ya no se muestra favorable a un nuevo congreso de unificación con la UGT por considerar que, siendo una minoría, siempre hizo fracasar los intentos anteriores. Se llama a difundir la anarquía entre las mujeres y se llama a discutir si la “toma de posesión es viable” en las condiciones del momento para avanzar hacia la revolución social.
El 28 de febrero, el joven anarquista Francisco Solano Regis lanzó una bomba contra Figueroa Alcorta, presidente de la república, que no hizo explosión. Este acto se suma a otros de menor trascendencia ocurridos meses atrás y el movimiento obrero toma posiciones muy diferentes contra este tipo de acciones.
En febrero de 1909 se produjo en Rosario un importante conflicto huelguístico, con numerosas escaramuzas callejeras entre los obreros y la policía. Esto sirvió de prólogo para los hechos que se iban a desarrollar en Buenos Aires el 1º de mayo. Los gremios del rodado habían resuelto ir a la huelga a partir de esa fecha contra el código municipal y la libreta de identidad, medidas que propiciaba y sostenía el jefe de policía Ramón Falcón.
El 1º de mayo se realizaban dos grandes manifestaciones obreras: la de los socialistas por un lado y la de los anarquistas por otro. La segunda contaba con unas 30.000 personas y, al ponerse en marcha, es atacada a tiros de revólver por el escuadrón de seguridad. Ante el ataque imprevisto la multitud se dispersa y quedan tan sólo unos pocos combatientes individuales para cubrir la retirada. Quedan muertos 8 obreros, y 105 heridos. La FORA declara la huelga general, que había comenzado de hecho el día 2. La UGT se suma a la medida y ambas centrales obreras publican un manifiesto en común. El paro fue favorecido por la organización del gremio del rodado y secundado por 300.000 obreros en la Ciudad. La policía detuvo a un millar de obreros y clausuró locales. Los anarquistas respondieron violentamente contra la represión. Los días 2, 3 y 4 de mayo hubo más heridos. Pero viendo el gobierno que el movimiento no cedía resolvió aceptar los reclamos obreros, derogando el código municipal, reabriendo los locales obreros y prometiendo la pronta liberación de los presos.
En septiembre se celebró un congreso de la UGT, en el cual se le sumaron algunas sociedades autónomas y la organización cambió de nombre al de Confederación Obrera Regional Argentina (la CORA). El 13 de octubre, con motivo del asesinato de Ferrer y Guardia en España, la FORA organizó un mitín al que acudieron 20.000 personas y que tuvo como resultado la proclamación de una nueva huelga general que duró cuatro días. Y el 14 de noviembre, en venganza por los caídos en la masacre del 1° de Mayo, Simón Radowitzky, un joven anarquista ruso, arroja una bomba sobre el coche en el que viajaban el jefe de policía, Coronel Falcón, y su secretario Lartigau, los que resultan muertos en el acto. El héroe del gobierno y de la burguesía había sido muerto y la represión no se hizo esperar. Los locales gremiales y anarquistas fueron asaltados y destrozados, miles de obreros fueron detenidos y los extranjeros deportados, entre ellos el secretario general de la FORA Juan Bianchi. Para esta ocasión, como había ocurrido en 1905, un barco de la armada sirvió de prisión flotante y centro de torturas para numerosos trabajadores.
Milonga sobre Simón Radowitzky
El estado de sitio y la cantidad de compañeros presos o deportados complicaron el funcionamiento de las organizaciones, por lo que el movimiento popular se hizo más espontáneo y menos organizado. De este modo la huelga general del Centenario fue convocada por la FORA pero impuesta en realidad por las grandes masas.
El movimiento anarquista había adquirido tales proporciones que La Protestatuvo que agregar a su tirada diaria un diario más de aparición vespertina, La Batalla.En este año, el de la conmemoración del Centenario de la Independencia, el anarquismo alcanza su clímax. Su popularidad e influencia entre los obreros era decisiva y las consignas lanzadas por su prensa y por la FORA, como la exigencia de libertad a los presos sociales y la derogación de la Ley de Residencia, habían hecho carne en el pueblo.
En abril, el 8º Congreso de la FORA reafirma su posición antipolíticasosteniendo que para ser delegado de sus organizaciones no se podía ejercer cargo político alguno. Se invita a las sociedades autónomas a sumarse a la FORA y participar de su Consejo Federal, y se manifiesta en favor de un congreso sudamericano con vistas a uno mundial para constituir la Asociación Internacional de los Trabajadores. Además se acuerda brindar todo el apoyo material y moral posible a Radowitzkyreconociendo su “heroísmo y abnegación”.
BLOQUE III
Canción La verbena Anarquista
La manifestación del 1° de Mayo alcanzó gran relieve pero no hubo choques con la policía. El gobierno observaba con atención. En la primera semana de mayo el ambiente estaba caldeado. Las autoridades preparaban para el 25 una semana entera de festejos; pero veían peligrar esta demostración de lujo y poder por la amenaza de la huelga que cada vez se hacía más creíble. La FORA, algo desorganizada, se preparaba para la represión que inevitablemente vendría luego de declarada la huelga. La CORA, en un golpe de oportunismo y demagogia, se atrevió a llamar por su cuenta a la huelga para el 18 de mayo. En un inmenso mitin, los anarquistas y la FORA decidieron convocar a huelga para el mismo día si el gobierno no cedía a las demandas obreras. El gobierno no estaba dispuesto a ceder y comenzaron las detenciones: entre los primeros cayeron los redactores de La Batalla y La Protesta, el Consejo Federal de la FORA y el Comité Central de la CORA. La burguesía nacionalista organizó con estudiantes y empleados manifestaciones antiobreras. Los locales obreros fueron asaltados e incendiados al grito de “viva la patria” y “muera el anarquismo”, al igual que las imprentas de La Protesta y La Vanguardia (periódico socialista). El 14 de mayo fue declarado el Estado de Sitio. El lunes 16, las hordas patrias -que tiempo después constituirían la Liga Patriótica Argentina- se propusieron ir a los barrios obreros de La Boca y Barracas, donde tenían su sede numerosas sociedades obreras. Pero ya no se trataba de locales vacíos. Se les informó que los obreros les estaban esperando y que hasta las mujeres les echarían agua hirviendo desde las azoteas. Fue cuando desistieron de ir a los barrios del sur.
Hubo enfrentamientos en las calles, heridos y muertos, aparecieron panfletos clandestinos llamando al pueblo a la lucha, detonaron algunos pequeños explosivos y las grandes luces del festejo fueron objeto de numerosos sabotajes que no las dejaron lucir como esperaban los organizadores. Las penalidades iban de los seis meses de prisión hasta la pena de muerte y en diversos países se establecieron comités de solidaridad con el proletariado argentino.
Al fin, como dijo Abad de Santillán:
“El gobierno triunfó; pero la historia recordará que para celebrar la fecha de la Independencia fue necesario convertir a Buenos Aires en un campamento militar, con estado de sitio y con cárceles repletas.”
Luego de estos hechos y por un par de años los grupos anarquistas y las organizaciones obreras por ellos inspiradas no pudieron recuperarse totalmente. Rápidamente se aprobó en el congreso la ley de defensa social y quedaron suprimidasla libertad de imprenta y los derechos de manifestación, asociación y reunión. La Protesta es publicada varias veces en Montevideo hasta que logra editarse en forma clandestina en Buenos Aires a partir de mayo de 1911. Muchos de los propagandistas más destacados fueron deportados o trasladados a la cárcel de Ushuaia, llamada la Siberia argentina.
En 1911 la prensa gremial reaparece de a poco y se registran 102 huelgas. En 1912 los conflictos llegan a 99, destacándose las huelgas de los agricultores en Santa Fe y Córdoba a mediados de agosto.
El 20 de junio de 1913 La Protesta vuelve a salir diariamente, hasta el 14 de noviembre, cuando un artículo por la libertad de Radowitzky provoca la clausura del diario y el proceso por apología del crimen a dos de sus redactores. La primera huelga general después de los hechos del Centenario es realizada los días 24 y 25 de octubre de 1913, y el número de huelgas parciales durante este año es de 95.
El 26 y 27 de septiembre de 1914 la CORA auspicia la realización de un congreso de concentración, que después de diversos debates, acuerda el ingreso en masa en la FORA y disolver la organización.
En 1915, el 9º congreso de la FORA acepta la adhesión en masa de los autónomos y de los confederados en la CORA. Se produce una fuerte discusión tras la cual varios de los gremios de la FORA deciden eliminar el acuerdo de difusión del comunismo anárquico intentando favorecer la fusión. 21 sociedades se oponen, se reúnen un mes después y desconocen el congreso, dando lugar a un nuevo Consejo Federal que conforma una FORA que será conocida como la FORA del 5º Congreso, que seguirá adelante con los acuerdos previos al 9º.
El noveno congreso de la FORA cambió radicalmente la orientación de la central, basada hasta entonces en su identificación con el comunismo anárquico, adoptando una actitud de supuesta neutralidad que bien pronto dejará ver sus verdaderos lineamientos.
Ante la sucia artimaña de los sindicalistas, por primera vez la Central anarquista había perdido su carácter mayoritario, como lo expresa Diego Abad de Santillán:
“...la supresión de la declaración del Quinto Congreso, que existía virtualmente desde el primer instante como distintivo de la organización, privaba a la FORA de su significación particular. Hubo, pues, disconformidad, al comienzo reducida, pero luego creciente. Si los anarquistas disconformes hubiesen permanecido dentro del conjunto concurrente al Noveno Congreso, al poco tiempo se habrían convertido otra vez en mayoría, porque muchos de los elementos no podían seguir largo tiempo la marcha impuesta por la FORA y habrían mostrado pronto sus inclinaciones reformistas; de esa forma, la escisión habría partido, como en 1902, de los mismos pregoneros de la fusión. Pero optaron por salir y desconocer la labor de ese Congreso, dándolo por no realizado. Era en verdad sólo una minoría la francamente disidente; muchos anarquistas estaban dispuestos a la cooperación con los adversarios de ayer, creyéndoles de buena fe hoy.”
Por un lado Diego Abad de Santillán se lamenta por el abandono de los anarquistas de la FORA del Noveno Congreso, ya que según su parecer, burócratas parlamentarios, políticos profesionales y burgueses luchadores por el mantenimiento del Status Quo, no hubieran soportado la marcha natural de la FORA como organización obrera de naturaleza revolucionaria y pronto el comunismo anárquico hubiera sido mayoría nuevamente; pero por el otro, hubiera sido sumamente difícil para un comunista libertario, para un revolucionario, permanecer en una federación que, como muestran los testimonios siguientes, no tuvo mayor inconveniente en pactar con el Gobierno para conseguir un pequeño puñado de reivindicaciones mínimas, dejando de lado la verdadera finalidad de la lucha social.
Con el acceso al poder del radicalismo, los dirigentes sindicalistas habían llevado a cabo un acercamiento al gobierno que hasta los burócratas parlamentarios, enemigos de la clase trabajadora, no dejaban de denunciar.
El socialista gráfico René Stordeur explica de esta manera la vinculación:
“Las concomitancias de ciertos sindicalistas con gente de otros sectores que no fueran socialistas estaban dictadas por intereses particulares del grupo (...). Y es un hecho conocido que los radicales sabían aprovechar esto, y que ciertos sectores sindicalistas también supieron aprovecharlo porque terminaron en trabajadores del Estado, en reparticiones oficiales (...)
(Francisco J. ) García, según mi información, fue un hombre que se apoyó mucho en Yrigoyen, y también en Alvear a través de su ministro Ortiz (...).
Los dirigentes marítimos, con García a la cabeza, desarrollaban una política proclive al yrigoyenismo, pero en base a que el yrigoyenismo les había concedido una cantidad de cosas muy importantes.”
“Los sindicalistas, evidentemente, trabajaron mucho con Yrigoyen, y lo hacían como una forma también de su antagonismo con los socialistas (...). Aceptaban ciertas ventajas que el gobierno radical les brindaba porque ello significaba torpedear la creciente influencia en el medio obrero del Partido Socialista, su oponente (...)
Si los sindicalistas tuvieron ciertas caracterización política, se les podría calificar de radicalizantes.”
También el municipal Francisco Pérez Leirós, afirma que:
“Los sindicalistas tenían conexiones subterráneas con gobernantes, y sobre todo con el gobierno de Yrigoyen.”
Y el ferroviario José Domenech es aún más drástico:
“Yo he llegado a esta conclusión: el grupo sindicalista (...) allá en lo más recóndito de su corazón, eran radicales, todos radicales.”
Además de su acercamiento al gobierno, los anarquistas reprochaban también a los dirigentes de la FORA sindicalista su falta de combatividad y de solidaridad con los gremios en lucha. En palabras de Diego Abad de Santillán:
“No es nuestro propósito hacer aquí el proceso a los métodos de lucha de las organizaciones reformistas ni puntualizar sus desaciertos y la pésima enseñanza que de ellos se deriva para las masas trabajadoras. Pero la FORA del noveno congreso había adoptado el pacto de solidaridad de la FORA, propulsor de la acción directa y de la lucha gremial sin compromisos ni desviaciones, y luego, en la práctica, ha obrado de un modo muy distinto, entregando los conflictos a la solución de las autoridades, recorriendo las antesalas de ministerios y jefaturas de policía y obstruyendo en cuanto le fue dado los movimientos de protesta de las grandes masas.
De la altiva intransigencia de los militantes de la FORA del quinto congreso a la flexibilidad y cortesanía de los del noveno, hay una distancia que el proletariado llegó fácilmente a comprender. Además ha visto que a quienes la policía perseguía, deportaba, clausuraba los locales, suspendía la prensa, etc., era a los anarquistas, mientras que los llamados novenarios disfrutaban de plena libertad de movimiento y de toda suerte de consideraciones oficiales y oficiosas. Y por otra parte los unos estaban siempre dispuestos a la solidaridad con todos los combatientes, mientras que los otros la regateaban, la escamoteaban, terminando por abandonar a su propia suerte inclusive a los gremios adheridos. Todo ello fue cavando la tumba de la FORA del noveno congreso.
Ejemplos de esta doblez entre las declaraciones teóricas y la acción práctica los hay por centenares. La huelga de barrenderos de Buenos Aires en 1917, que duró un mes, y que de haber sido apoyada por una huelga solidaria del resto de los trabajadores adheridos a la FORA del noveno congreso, como correspondía en vista de la bestialidades cometidas por las autoridades contra los huelguistas, simulacros de fusilamientos, despidos en masa, etc., hubiera triunfado, fracasó por la no solidaridad erigida en sistema. La huelga marítima del mismo año tuvo el mismo resultado; los gremios adheridos votaron la huelga general para apoyar a los marítimos, pero los dirigentes de la Federación del noveno congreso lo pusieron todo a merced del laudo arbitral del jefe de policía. Los mismos arreglos a espaldas de la acción directa, componendas, intervenciones oficiales, etc., vemos en las huelgas ferroviarias de 1917, en la de los frigoríficos, en el movimiento de la semana de enero de 1919, en el conflicto de los maestros de Mendoza ...
Nos es ya solo falseamiento de las declaraciones orgánicas pomposas, sino verdadera traición al proletariado, lo que ha desacreditado a la FORA del noveno congreso en sus años de actuación, desde 1917 a 1920 (...).”
BLOQUE IV
Canción del Payador anarquista II
1917 dejó un saldo de 138 huelgas y 26 obreros muertos y más de 100 heridos en enfrentamientos con la policía. En marzo los obreros del frigorífico de Firmat-Zárate, en huelga, son masacrados por las autoridades. La FORA anarquista proclamó la huelga general en protesta. La FORA del 9º la “desautoriza y reprueba” a través de una proclama que es colocada, en forma de afiches en las calles de la ciudad, por parte de agentes de policía. En Plaza Once, el 10 de junio, es reprimido un mitín de la FORA resultando varios obreros muertos.
En diciembre otra huelga frigorífica es declarada (en Swift y Armour), participando 11.000 obreros. Los patrones expulsan de los establecimientos a los delegados sindicales e intentan que los trabajadores se desafilien de la FORA anarquista. Es en este año cuando la FORA. del 9º comienza a solicitar la intervención policial y presidencial en los conflictos obreros (de marítimos y ferroviarios, por ejemplo). Se hace común ver delegaciones sindicales en la Casa Rosada e incluso viajando en el auto presidencial.
En noviembre de 1818 se produjo la fuga de Radowitzky de Ushuaia. Capturado en Chile, es extraditado a la Argentina. A fines de este año la FORA del 9º realiza un congreso donde decide el tratar de evitar la huelga general y renunciar a cualquier aspiración revolucionaria, conformándose con reivindicaciones inmediatas. El número de huelgas aumentó a 196.
El 2 de diciembre de 1918 se declaran en huelga los obreros de los talleres metalúrgicos Vasena, agrupados en la FORA anarquista. El 3 de enero de 1919 se suceden los primeros incidentes entre los huelguistas y la policía. El día 7 la policía ataca a un grupo de obreros con un saldo de entre 20 y 30 muertos. Estos hechos dan comienzo a la Semana Trágica. La FORA del 5º, declara la huelga general el día 8. Para el día siguiente la huelga se extiende a Mar del Plata, Rosario, Santa Fe, y otras ciudades, adhiriendo la FORA del 9º. En el entierro de los obreros asesinados, la policía vuelve a reprimir y hay más muertos. La multitud que acompañaba a los ataúdes hasta la Chacarita se estimó en 200.000 personas que a su paso saquearon iglesias, armerías y comisarías. Los talleres Vasena son sitiados e incendiados por los trabajadores. Los enfrentamientos con la policía se suceden día y noche.
El día 11, la FORA del 9º negocia el fin de la huelga con el gobierno y exhorta a la vuelta al trabajo. La FORA del 5º la continua, concentrándose sobre ella la represión policial, militar (acudida de Campo de Mayo) y civil, representada por la Liga Patriótica Argentina. El día 14 la huelga prácticamente había terminado, debiendo la FORA del 5º pasar a la clandestinidad. Después de estos acontecimientos la FORA del 5º siguió siendo objeto de una saña especial: el 4 de mayo una resolución policial prohíbe la prensa anarquista, pero en julio aparece un nuevo diario, y en octubre reaparece su vocero tradicional: La Protesta. La cantidad de huelgas realizadas durante 1919 es la mayor en la historia del movimiento obrero argentino: 367.
El 20 de junio de 1920 la FORA del 5º y la Federación Agraria Argentina acuerdan actuar conjuntamente en sus reivindicaciones. En septiembre la FORA del 5º realiza un Congreso Extraordinario al que asisten más de 400 sindicatos. En los años posteriores el número de sindicatos adheridos aumentará a 600, con más de medio millón de obreros afiliados.
Canción del payador anarquista
La FORA del Quinto Congreso se levantó como la máxima expresión de la organización de los trabajadores en lucha por la igualdad y contra la explotación, en síntesis, por el Comunismo Anárquico. Así llega a ser, desde 1905 hasta 1915, la acabada expresión de la lucha revolucionaria en la región, tanto por su ideología de avanzada como por sus prácticas y por la influencia que alcanza en el movimiento obrero.
El anarquismo, ampliamente mayoritario durante las primeras décadas del Siglo XX, a pesar de las intensas persecuciones sufridas por ellos a partir de la reacción del Centenario, sufrió un sensible debilitamiento debido a modificaciones profundas producidas en el seno de la clase trabajadora: una incipiente desconcentración y estratificación iba cambiando la fisonomía de esa clase, hasta entonces indiferenciada y unida. Una mayor estabilidad en el empleo, así como la frustración de muchos sueños de inmigrante, llevaban a sectores cada vez más amplios a aceptar su situación de asalariados como definitiva, orientándolos a tratar de mejorarla en lugar de rebelarse contra ella. El rechazo de la realidad social existente en nombre de una sociedad nueva de libres e iguales, la protesta violenta, precursora del estallido social en que los oprimidos se jugarían al todo o nada, iban perdiendo adeptos frente a quienes preferían dirigir sus energías hacia la conquista paulatina de mejores condiciones de vida y trabajo dentro del sistema vigente.
La fuerte escisión que sufre el movimiento obrero en 1915 debilitará su capacidad de lucha, haciendo depender el éxito de muchos reclamos de la predisposición y la conveniencia de los políticos y la burguesía. Pero la realidad irá enseñando al obrero cuáles eran las verdaderas intenciones de la FORA novenaria y hasta dónde llegaba su espíritu de lucha, proclive las más de las veces a la espera, la concesión y la adaptación a los planes del gobierno. Y, manteniendo intacta la FORA del 5º su combatividad y solidaridad, pese a ser el blanco de todos los ataques de las fuerzas represivas, pronto volvería a sumar a las grandes masas obreras en su seno.
Sobre todo, en los hechos de la Semana Trágica esta diferencia se hará especialmente notable. Y así la organización obrera revolucionaria, la FORA del 5º, volverá a ser rápidamente mayoritaria. Pero la continua deportación de sus integrantes de mayor experiencia y el encarcelamiento de muchos de sus agitadores más activos, harán que este súbito crecimiento con renovado empuje no pueda dar los frutos que hubiera dado unos años antes.
A partir de este momento, el movimiento obrero se diferenciará más claramente que nunca en dos vertientes: una reformista, adicta al poder y cada vez más traidora a los intereses del proletariado, que será ilustrada con la evolución del 9º congreso a la USI y posteriormente a la CGT; y otra vertiente revolucionaria, continuadora de las resoluciones de la FORA del 5º congreso y de finalidad comunista anárquica.
Canción “Hijos del pueblo II”
Bibliografía recomendada para la investigación sobre el tema:
Del Campo, Hugo. El sindicalismo revolucionario (1905-1945). Bs. As.: CEAL, 1986.
Isuani, Ernesto A. Los orígenes conflictivos de la seguridad social argentina. Bs. As.: CEAL, 1985.
Suriano, Juan. Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires (1890-1910). Bs. As.: Manantial, 2001.
López, Antonio. La FOR A en el movimiento obrero. Bs. As.: Tupac, 1998.
Abad de Santillán, Diego. La FORA. Ideología y trayectoria del movimiento obrero revolucionario en la Argentina. Bs. As.: Libros de Anarres, 2005.
Bilsky, Edgardo J. La FOR A y el movimiento obrero/1 (1900-1910). Bs. As.: CEAL, 1985.
González, E. M. FORA. La anarquía, fin del movimiento obrero. Bs. As.: Ediciones Libertad,2003.
López Arango, E. Y Abad, de Santillán, D. El anarquismo en el movimiento obrero. Barcelona: Cosmos, 1925.
Gilimón, E. G. Hechos y comentarios. Buenos Aires.
Uribe Carolina, Silva Horacio y Gutiérrez Daniel. Primera insurrección obrera en Argentina. La llamada “Semana Trágica” (1919). Bs. As. 2006.
Guión: Horacio Seo y Sebastián Lombardo.
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